1. Retraso en el crecimiento (Desnutrición crónica o talla baja) En el altiplano, más del 50% de los niños menores de cinco años sufren desnutrición crónica, condición que no les permite alcanzar una talla adecuada para su edad debido a la falta prolongada de nutrientes en sus primeros años.
2. Déficit cognitivo y bajo rendimiento escolar La falta de nutrientes esenciales como hierro, zinc y vitaminas del complejo B afecta el desarrollo cerebral, provoca dificultades de aprendizaje, memoria y concentración. Esto redunda en un bajo desempeño escolar y mayor probabilidad de abandono escolar.
3. Sistema inmunológico debilitado El sistema inmunológico debilitado hace a los niños desnutridos más propensos a enfermedades infecciosas como neumonía y diarrea.
En comunidades del altiplano con acceso limitado a agua, alimentos y servicios de salud, puede aumentar significativamente la mortalidad infantil.

4. Mayor riesgo de enfermedades en la adultez La desnutrición en la infancia tiene efectos a largo plazo, aumentando el riesgo de padecer enfermedades crónicas en la adultez, como diabetes tipo 2, hipertensión y enfermedades cardiovasculares. Además, muchas personas que sufrieron desnutrición en la infancia tienen menor capacidad física y productiva en su vida adulta.
5. Impacto emocional y social Los niños desnutridos pueden experimentar retrasos en su desarrollo emocional y social, incrementando el riesgo de exclusión social. En comunidades indígenas del altiplano, donde la pobreza y la marginación son comunes, la desnutrición agrava las desigualdades.
6. Ciclo intergeneracional de la pobreza y la desnutrición Como hemos visto en un inciso anterior, ante la dificultad de aprendizaje se incrementa la tasa de abandono escolar.  Los niños afectados tienen menos oportunidades de acceder a empleos bien remunerados en el futuro, perpetuando el círculo de pobreza.